Conocer las
señales de tránsito a esta edad –y a cualquier edad– no es muy valioso si no se
atiende a su valor social y a la importancia de respetarlas.
Esta
actividad introduce la noción de la utilidad de las señales de tránsito en la
ciudad, y la importancia de su cumplimiento para la convivencia social donde
los niños se vuelven agentes multiplicadores.
"El
duende mágico
Cuéntase
que un día, mientras Pedro caminaba por la plaza, encontró una cajita de color
plateado que tenía muchos dibujitos raros, dibujos que Pedro nunca habría
imaginado.
Calladito e
intrigado en un banco se sentó, y despacito y con cuidado la tapita le abrió.
¡Cuál no
fue su sorpresa cuando de la cajita un duende se asomó! Inmediatamente al piso
saltó, y con un pase mágico de tamaño aumentó.
–¡Hola mi
buen amigo! ¡Qué salvación! De estar encerrado ya me había cansado. ¿Qué mundo
tan extraño es este que no lo conozco yo?
-Este es mi
mundo, ¿y vos de dónde sos? -Vengo del mundo mágico y busco diversión, de tanto estar encerrado, ahora quiero mucha acción...
E inmediatamente después, con pasitos cortitos, y algún saltito, de la plaza huyó.
Pedro quedó sorprendido, pero enseguida reaccionó, y tras el duende en fuga, corriendo salió.
¡Cuando vio
lo que hacía ese duende burlón...! ¡Ponía todos los carteles patas para arriba,
los conductores no entendían nada y el lío entre los autos no terminaba nunca!
A los semáforos de la esquina, a todos le cambió el color: violeta, azul y
naranja; gris, celeste y marrón. La gente nada entendía, todos gritaban,
corrían, los autos tocaban bocina. Pedro, desesperado, y el duendecito seguía
contento, saltando de aquí para allá. La ciudad era un caos, los autos no
sabían qué hacer: continuar, parar, algunos miraban los carteles con
curiosidad, otros escapaban gritando sin parar, nadie entendía nada.
Pedro, tocó
fuerte un silbato y mágicamente todo volvió a la normalidad, los colores el
semáforo volvió a recuperar: rojo, amarillo y verde, como tienen que estar. Los
carteles de seguridad a su anterior forma por suerte volvieron a estar, y los
del duende desaparecieron sin llorar.
–Mejor es
que aprendas cómo funciona este mundo. Yo te puedo mostrar todo este lugar,
para que sepas que las cosas no están por estar, que todo tiene importancia y
es por nuestra seguridad.
El duende
con Pedro quedó, mirándolo con ojos grandes, aprender le pidió. Entonces Pedro,
contento, se dispuso a enseñar, y juntitos se fueron a recorrer la ciudad.
Pedro:
-¿Ves esas luces de colores? son semáforos para automóviles y peatones
Duende:
-¡Son para jugar!
Pedro:
-¡No! Son para avisarte cuándo podés cruzar. Si cruzás en cualquier momento un
accidente podés causar. Mejor es esperar un poquito nada más. Cuando el
semáforo está verde tranquilo podés pasar, pero cuando se pone rojo ¡sí o sí
hay que esperar!
Duende: -¿Y
cuándo está en amarillo?
Pedro: -Es
cuando hay que prestar atención y mirar, porque nos avisa que muy alerta
debemos estar.
Duende: -¿Y
si cambiamos el color?
Pedro:
-¡No! ¿No viste lo que pasó? La gente conoce el mensaje, porque conoce cada
color.
Duende: -Y
frente a ese cartel, que dice “Pare”, ¿tengo que parar y no caminar nunca más?
Pedro: -No,
los conductores tienen que parar, mirar hacia ambos lados, y si nadie viene,
pueden continuar.
Y siguieron
caminando, Pedro hablando y el duende escuchando.
Andando y
andando llegaron a la plaza, y allí se sentaron, en un banquito cercano.
-¿Te gustó
lo que aprendiste? –preguntó Pedro al duende.
-Claro que
me gustó, ahora entiendo cómo viven los humanos. ¡Con tantos autos y tanta
gente se tienen que organizar, y para ello reglas tienen que inventar! –dijo el
duende.
-¡Así es!,
¡tal cual!, ¡qué bueno que lo aprendiste, para no hacer nada mal! –contestó
Pedro.
Y ¡Colorín colorado, este cuento se ha
acabado!"
Algunas reflexiones...
Y a exponer el trabajo con las familias...
Sólo nos falta mirar los videítos de Seguridad Vial...
Hasta la próxima.....